Querida Familia de Schoenstatt :
Hoy celebramos la Inmaculada Concepción de la Virgen Maria. Fiesta muy importante dentro de la Iglesia que lo declara dia de Precepto.
Envio una reflexión escrita por el Padre Nicolas Schwizer del Instituto de los Padres de Schoenstatt
María Santísima y el amor a Dios Padre
Inmaculada Concepción de la Virgen María 8 de diciembre Lucas 1; 26-38 Gen 3, 9-15, 20 / Ef 1, 3-6, 11-12
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
Reflexión
Este tema tenemos que verlo en el contexto del mundo de hoy. Al hombre moderno le cuesta la relación a la autoridad, sea la del padre de familia, del gerente, del gobernante, del sacerdote o incluso de Dios. Nuestras experiencias de la autoridad han sido, muchas veces, duras y frustrantes. Uno de los grandes problemas del país es la ausencia o la debilidad de sus figuras paternales.
Esta problemática ha llevado a muchos cristianos a desfigurar inconscientemente el Evangelio de Cristo. Se olvidan que el centro de la vida y del mensaje de Jesús es su Padre. La meta del cristiano no es Cristo. Jesús es tan solo “el camino” que conduce al Padre. El amor de Dios Padre que nos acoge y hace hijos suyos, constituye el centro del mensaje evangélico.
Jesús no puede hacer otra cosa que anunciar a su Padre. Porque El es toda su riqueza, lo que llena su corazón de Hijo. El Padre es la fuente de su ser y de su Vida, fundamento de su alegría y paz. Pero también es el Padre que lo envía, Que le exige crecer en la entrega, que le pide cargar la Cruz. No es ni abuelo blando ni dictador impla- cable. Sino plenamente Padre: tierno y fuerte a la vez. Cristo es la imagen visible del Padre. Lo refleja a través de su rostro y de su persona entera, sobre todo en su actitud de Buen Pastor.
María estaba especialmente capacitada para comprender este aspecto del misterio de Jesús. Porque como Madre suya, se sentía compartiendo con el Padre la hermosa tarea de cuidarlo. Por eso se interesaba vivamente en todo lo que Jesús decía sobre El. Y así iba convirtiéndolo también en el gran TU de su vida.
Por eso María posee un carisma especial para acercarnos al Padre, sabe abrirnos su corazón. En toda familia es la madre la que ayuda a los hijos a conocer a su padre. Igual sucede en la Familia de Dios: María nos regala una especial sensibilidad de hijos. Y esta nos permite descubrir el verdadero rostro del Padre tal como resplandece reflejado en Jesús Buen Pastor.
Al mismo tiempo, la Sma. Virgen es capaz de ayudarnos a superar las dificultades del hombre de hoy frente a la autoridad y la paternidad. Por que María es capaz de educar autoridades y personalidades paternales según el modelo de Jesús Buen Pastor. Ella nos hace comprender que la autoridad no es, en primer lugar, poder de mando, sino de servicio a la vida. Que su tarea es ayudar a madurar y crecer a los que les han sido confiados. Y la autoridad ayuda a crecer en la medida en que estimula y apoya la iniciativa de los otros: con su consejo, su ejemplo, su preocupación personal. Para ello es fundamental que sepa delegar y compartir responsabilidades: porque el hombre crece cuando participa.
María, la “Madre de los vivientes”, es capaz de restaurar el sentido original de la autoridad y paternidad como poder vivificante. Así vuelve a hacernos amable la figura de Dios Padre, nos redescubre el gozo de ser sus hijos amados y posibilita que volvamos a ser hermanos. De este modo, María hace posible la comunión de amor que vino a establecer Jesús entre los hombres y con el Padre de los cielos. La Virgen quiere ayudarnos a hacernos más hijos y más hermanos, a redescubrir a Dios Padre como modelo de una autoridad que libera, que da vida, que une y ayuda a crecer.
Queridos hermanos, pidámosle por eso a María que nos permita descubrir la alegría de ser hijos del Padre en Cristo, de depender de su amor bondadoso y fuerte. Y que en su corazón paternal podamos reconocer a todos los hombres como nuestros hermanos. Pidámosle también por todos nuestros padres y autoridades – en el hogar, en el trabajo, en el país y en la Iglesia – para que la Virgen les ayude a prestar su servicio paternal según el espíritu y modelo de Dios nuestro Padre.
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que la Mater les bendiga. Kathy
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