La cuaresma es un tiempo en el que nuestro Padre Celestial nos comunica que confía en nosotros. Dios nos hace saber que somos capaces de dar un nuevo paso en nuestras vidas, de tener un nuevo comienzo en nuestro crecimiento espiritual. Solamente se nos exige abrir el corazón a la educación del Espíritu Santo. Mientras dejemos que el aliento de Dios sople con fuerza en nuestras almas, estaremos encaminados hacia la conversión: el sentido de la cuaresma.
Aún más, si nos acostumbramos a abrir el alma al obrar del Espíritu Santo y su fuerza renovadora, nos encaminaremos hacia la maduración espiritual. Según los maestros de espiritualidad, la cuaresma es un tiempo para ayudar al espíritu a madurar, en el alma, en el interior. De acuerdo a nuestro Padre Fundador, la cuaresma es un tiempo para hacer dos cosas: vencer algo en nuestra naturaleza y oponernos con franqueza al obrar del demonio en nuestra historia (cf. Lunes por la tarde, #1). ¿Qué significa esto en la vida práctica? ¿Cuál es ese camino nuevo que se nos invita tomar? ¿Cómo nos damos la oportunidad para tener un nuevo comienzo? ¿Cómo optamos por un nuevo comienzo?
Antes de San Pablo dirigir su cántico de la caridad a la comunidad en Corinto, 1Cor 13, él hace hincapié en la novedad del camino que está a punto de revelarles. Les dice en la última línea del capítulo 12: “… y yo quisiera mostrarles un camino que los supera a todos.” (1Cor 12; 31) De ahí San Pablo pasa a articular cómo luce este camino mejor, superior. San Pablo lo conoce porque ha conocido a Cristo y su entrega sacrificial.
Es decir, San Pablo tiene un camino mejor que mostrarnos. ¿Estamos abiertos a un camino mejor, a un camino nuevo, a vencer algo en nuestra naturaleza que no habíamos vencido anteriormente, a oponernos con determinación a alguna tentación de la naturaleza que tal vez hasta ahora hemos tratado con mano suave? ¿Tenemos la fuerza o necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo?
Pues sí, el camino de San Pablo es el camino mejor, es el camino que los supera a todos, porque es el camino que recorrió nuestro Señor y que estamos invitados a recorrer en esta cuaresma de forma especial. Se trata del camino del amor.
En una de las prédicas de domingo, en la Iglesia de San Miguel, en Milwaukee, en junio de 1963, el Padre Kentenich enfocó de la siguiente manera la maduración del alma y de vencer algo en nuestra naturaleza, el camino del amor. Dijo:
EL SENTIDO DE NUESTRA VIDA ES MADURAR EN EL AMOR
Estas son verdades grandiosas. El Espíritu Santo tiene que encender una luz en nosotros para que conozcamos y penetremos mejor estas verdades y de ese modo aprendamos a amar.
Porque estamos apegados – muy apegados – a lo material, a lo terrenal, nos resulta muy difícil tomar un nuevo camino. Continúa el Padre Kentenich en su prédica:
Cuando escuchamos la buena nueva del amor, quisiéramos decir: escuchamos el mensaje, pero nos falta la fe. El hombre actual ha perdido el órgano para el amor y san Pablo nos da una razón para ello y esta razón es, en forma patente supratemporal; formula así el pensamiento: «Homo animalis et homo spiritualis»: el hombre terreno, el hombre que está pegado, clavado a la tierra, no comprende lo que es del espíritu de Dios. El hombre terreno es una característica del tiempo actual, estamos clavados a la tierra, pegados a la tierra. Tenemos un sentido para el deporte, para la belleza exterior de la vida y no sé qué otras cosas. Está bien así, es algo grande y hermoso, pero si estamos amarrados a algo, si sólo estamos pegados a lo que es de la tierra, así como los animales que sólo buscan lo de abajo, mirando el suelo. Entonces es evidente que el hombre moderno no comprende lo que es del espíritu de Dios, no tenemos sentido para aquello que obra en nosotros el Espíritu Santo y mucho menos un sentido para el amor, para el amor auténtico, verdadero, divino.
Si no tenemos sentido para el auténtico amor entonces tampoco tendremos sentido para madurar en nuestro interior. Nos quedaremos estancados pensando que llevamos una vida de virtudes cuando realmente estamos ocupados y preocupados por manejar lo nuestro, lo terrenal, lo pasajero, lo que no es eterno: dinero, posesiones, honor, placeres, y conveniencias. Precisamente la cuaresma es tiempo para vencer en nosotros el apego a todas estas cosas.
Continúa el Padre Fundador:
¿Cuál es el motivo por el que nosotros tenemos tan poco sentido para un amor verdadero, auténtico? somos demasiado terrenales. Un segundo motivo, desgraciadamente vivimos en un tiempo que merece el título de un tiempo sin amor. La Sagrada Escritura diría que se trata de un tiempo apocalíptico, donde el amor ha ido desapareciendo. Los hombres de hoy llevan a cabo todo lo imaginable, menos una sola cosa: ya no se aprende ni se enseña a amar. Y cuando se comienza a amar, es sólo saltar de una rama a otra, un gran juego sensual y no una forma de amor plena, sana, creadora, ¿dónde existe hoy este amor?
¿Recuerdan la primera exigencia de la alianza de amor según el Acta de Fundación? Estamos llamados a probar con hechos que amamos a la Mater. Pero, es imposible probarle nuestro amor a ella sin amar a los que están a nuestro alrededor, sin desprendernos de las cosas que nos cuestan, sin sacrificarnos, sin renunciar a lo que nos proporciona honor, placer, conveniencia, y riquezas. Para los hijos de Schoenstatt que han abrazado la espiritualidad en su totalidad la cuaresma no puede ser un tiempo para añadir más prácticas religiosas y con eso tranquilizar nuestra conciencia. La cuaresma es tiempo para dejar que el espíritu de Dios nos ayude a madurar en el amor según nos lo presenta nuestro Padre Fundador. El mismo nos recuerda cómo
uno a uno los apóstoles nos lo vuelven a decir en forma concisa, breve, después de la venida del Espíritu Santo: «NOSOTROS AMAMOS PORQUE FUIMOS AMADOS PRIMERO». ¿Qué significa esto? quien quiere ser amado tiene que amar. Este es el gran principio del origen del amor. Y quien quiere ser amado con plenitud, tiene que amar plenamente.
Quien quiera crecer en amor durante esta cuaresma que ame más esta cuaresma, que se sacrifique más esta cuaresma, que se desprenda más esta cuaresma, que se atreva a abrazar este camino superior: el camino del amor. Entonces encarnaremos las palabras de nuestro lema del año: Desde el Santuario lidera confiado en la Divina Providencia, con caridad para todos.
Les deseo a todos una cuaresma muy bendecida por el amor de Dios y el amor de los unos por los otros,
Hna. M. Isabel
Movimiento de Schoenstatt
Diócesis de Miami, Asesora
B días. Estoy de visita en Miami. Podemos mi esposo y yo visitar el Santuario ?